RFID o identificación por radiofrecuencia: ¿Qué es?

RFID o identificación por radiofrecuencia ¿Qué es?

RFID o identificación por radiofrecuencia es uno de los avances tecnológicos que mayor repercusión socio-económica van a tener a medio plazo. Como en otros avances, no cubrir rápidamente las expectativas levantadas por los exagerados ejemplos utilizados en su promoción comercial (carritos de la compra pasando rápidamente por las cajas en los supermercados, en este caso) hace que se consideren elementos de ciencia-ficción. Sin embargo, ya hay aplicaciones viables y compañías que las empiezan a poner en marcha.

Los dispositivos de identificación por radiofrecuencia (RFID, Radio Frequency Identification Devices) permiten identificar inequívocamente a objetos que lleven colocadas etiquetas de radiofrecuencia (RFID Tags) a cierta distancia. Sin que sea necesario establecer un contacto directo con los mismos.

Si podemos asociar dichos objetos con un identificador único grabado en dichas etiquetas. Podremos conocer, por ejemplo, de forma instantánea el número de unidades recepcionadas y/o expedidas de una mercancía. Y utilizar todos los identificadores de la misma para consultar, en una base de datos asociada, cuanta información se puede considerar oportuna en una determinada aplicación.

Los números de serie de la mercancía, su procedencia, fechas de caducidad… Visto de una forma más global, la posibilidad de marcar elementos con un determinado identificador único puede tener muchas más aplicaciones que las de mero seguimiento de mercancía en la cadena de suministro. Y eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

¿Cómo funciona?

Para que puedan identificarse a distancia, sin que tenga que producirse contacto, los elementos a identificar se dotan de unas etiquetas especiales. Estas están compuestas por un diminuto chip y una antena, y son capaces de excitarse y actuar como un transmisor ante un campo de radiofrecuencia. Podrán así emitir cualquier información previamente grabada por una impresora/grabadora.

Cuando hacemos que un conjunto de etiquetas de este tipo pasen cerca de un lector (interrogador). Este generará un campo de radiofrecuencia, y este campo a su vez energía sobre cada una de las bobinas de recepción de los dispositivos. La energía alimentará el circuito del transmisor y este emitirá el identificador grabado, siendo detectados por el interrogador. Y descifrados para poder proporcionarlos a la aplicación que lo solicite.

La distancia desde la que podrá realizarse la lectura depende del tipo de dispositivos. Pero va desde los 30 cm hasta unos 2 m., por lo que podemos encontrar dispositivos interrogadores en forma de pórtico con los que poder leer información de un conjunto de productos o envases que vayan. Por ejemplo, en un palet que pasa por su lado.

RFID vs identificación por código de barras

Pese a que el código de barras nos proporcionaba también una identificación. Hay ciertas diferencias que hacen a RFID o identificación por radiofrecuencia muchísimo más potente que aquel tipo de identificación. Por un lado, es evidente que el mecanismo de lectura es mucho más eficiente con RFID. Si pensamos en un palet lleno de cajas con diferentes orientaciones y tamaños. Podremos ver fácilmente lo simple que sería la lectura con estas etiquetas frente a lo tedioso de pasar un lector de código de barras por cada una de las etiquetas de las cajas.

Esa misma facilidad hará que podamos tener controlado en cualquier momento el inventario en diversas localizaciones de la mercancía (almacén, estanterías de venta, …) e incluso ubicaciones. El código identificable es otra de las diferencias más importantes. Mientras que el código de barras puede identificar hasta el modelo de un determinado artículo. El número de bits registrables en una etiqueta RFID podría hacer además que registrásemos directamente el lote de fabricación, fecha de la misma, o bien el número de serie (como ocurre en uno de los estándares existentes hasta el momento, el EPC).

Posibles aplicaciones

Sin restringirnos a las etiquetas, podemos considerar la RFID o identificación por radiofrecuencia como una tecnología suficientemente probada. Que ha sido utilizada ya en muchos sistemas para el acceso a oficinas, pagar el peaje de las autopistas, etc.
Aparte de estas, son múltiples las aplicaciones que se nos pueden ocurrir para aprovechar el hecho de poder identificar inequívocamente a cosas, animales, o incluso personas mediante este mecanismo.

En octubre de 2004, de hecho, llegó a los medios informativos la aprobación de Verichip por la FDA estadounidense (su Agencia del Medicamento). Se trata del primer dispositivo aceptado por una autoridad médica para identificar a las personas, permitiéndose con dicho código acceder al historial médico del paciente. Hasta ese momento, se había hecho corriente su aplicación en la identificación de mascotas y animales de granja. Para registrar oficialmente historiales de vacunación, o incluso para regular la alimentación cuando se acercan a comer en las granjas.

Sin llegar a esos extremos, y como veremos a continuación, donde se han encontrado múltiples utilidades es en la gestión logística en general, y en la mejora de la gestión de la cadena de suministro en particular. En concreto, la necesaria trazabilidad, especialmente reclamada para productos alimenticios y farmacéuticos, ha encontrado en la RFID una herramienta prácticamente imprescindible cuando se trata de llevar un seguimiento donde no quepa el error ni el fraude.

Implantaciones actuales

El hecho de que la principal aplicación (o la que tiene mejoras más evidentes) sea el seguimiento de productos a lo largo de la cadena de suministro, ha hecho que sean las grandes superficies comerciales las que han mostrado siempre mayor interés en la aplicación de esta tecnología.

Caso Walmart

El caso más conocido es la implantación de tecnología RFID en la cadena de supermercados estadounidenses Walmart, cuya puesta en funcionamiento ha sido anunciada desde hace mucho tiempo para el presente 2005. Para ello hay exigencias de la cadena para que los fabricantes utilicen las etiquetas en los palets y embalajes de la mercancía que les sirvan, y muchos fabricantes han manifestado estar ya preparados para identificar sus productos con las etiquetas RFID. Es el caso de Gillette, Hewlett-Packard, Johnson & Johnson, Kimberly-Clark, Kraft Foods, Nestle, Purina PetCare, Procter & Gamble y Unilever.

También el Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha solicitado ya las mismas obligaciones a sus proveedores, lo que se ha considerado ya como un espaldarazo oficial al uso de la tecnología allí. Existen además otros casos donde se trata de aprovechar la identificación electrónica para controlar mercancía fuera de los canales de suministro.

Es el caso de Delta Air Lines, que anunció la puesta en marcha de un sistema RFID o identificación por radiofrecuencia para el seguimiento de equipajes.
En España, Carrefour y Caprabo parecen las compañías más interesadas en su aplicación. Aunque parece que es esta última la que está tomando la cabeza en la implantación práctica en sus procesos de distribución.

Amenazas

Conocidos los pros, hablaremos también de cuáles son los principales problemas a solucionar para que esta tecnología acabe de extenderse abiertamente.

El precio

El primero de ellos es sin duda el precio al que todavía se venden las etiquetas. Este coste se va reduciendo, pero es todavía difícilmente repercutible sobre elementos de bajo precio. Como los que en muchos casos nos podemos encontrar en la cadena de distribución alimenticia.

Es por ello por lo que los primeros programas piloto han tenido como objetivo el control de unidades de alto precio. Como electrodomésticos, o lotes en distribución con gran número de unidades, como palets de mercancía (en realidad un palet de maquinillas de afeitar puede costar tanto como un deportivo de alta gama).

La seguridad

La seguridad del sistema de lectura, unida a las necesidades de protección de datos, es otro de esos problemas. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si en una de las maletas con las que viajamos en Delta Air Lines llevamos artículos dotados también de etiquetado RFID con información que no debiera ser libremente conocida? ¿O si las compañías de seguros pudieran acceder a la información disponible a partir del Verichip?

Los datos

Por otra parte, la cantidad de información que podría empezar a tener que ser tratada si queremos hacer un exhaustivo seguimiento de la trazabilidad de un producto desde su origen hará que muchos centros deban plantearse unas infraestructuras capaces de almacenar y tratar toda esa información que viajará adjunta a la mercancía etiquetada.

Un centro comercial que realizase un seguimiento tal de todos los productos que comercializa debería estar preparado para almacenar, y recuperar posteriormente, terabytes y terabytes de información. Por último, sería de desear además una unificación de los estándares existentes hasta el momento, para alcanzar un sistema globalmente válido y eliminar las barreras iniciales de inversión en la tecnología.

Parece por tanto, claro que RFID es técnicamente viable. Pero no es menos cierto que quedan aún muchos temas que resolver para que sea asimilada por las empresas y los usuarios finales como una herramienta sumamente beneficiosa y sin ningún tipo de peligros. Mientras tanto, esa viabilidad tecnológica hará sin duda que sigan apareciendo aplicaciones específicas que se aprovechen de la misma.

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